Alergias y conducción.




















Al llegar la primavera algunas personas comienzan a notar los síntomas más frecuentes de la alergia a los pólenes: rinitis (estornudos, obstrucción nasal, moqueo, picor de nariz...), conjuntivitis (picos de ojos, lagrimeo, hinchazón de los ojos...), síntomas respiratorios de vías bajas (tos, asma...) y malestar general (cansancio, depresión, fiebre...). Y el número de personas que padecen esta enfermedad crece cada año. Se estima que en España los alérgicos son aproximadamente el 20 por 100 de la población y se prevé que en el ali 2050 esta cifra rondará el 50 por 100.


Paradojicamente, es en las ciudades donde se produce el mayor incremento del número de alérgicos, a pesar de que hay menos polen que en el campo.

Al parecer, esto se relaciona con el aumento de vehículos diésel, ya que la combustión  del gasóleo produce una gran cantidad de partículas de elementos cancerígenos que, además, provocan una mayor inflamación nasal, lo que permite la absorción de más polen y, por tanto, multiplican el efecto del polen sobre los alérgicos.

Los síntomas de la alergia al polen y muchos de los tratamientos que se utilizan para controlar la enfermedad disminuyen la capacidad de conducción y, por tanto, los alérgicos tienen más posibilidades de sufrir un accidente de tráfico que aquellas personas que no están afectadas por esta afección. Los estudios realizados afirman que esta enfermedad está asociada a un 2% de los accidentes mortales y a casi un 5% de los siniestros con heridos, por lo que se estima que las alergias son las culpables de más de 100 muertes al año en accidentes de tráfico en nuestro país. Sin embargo, según los especialistas, 7 de cada 10 pacientes, es decir un 70%, desconocen el riesgo que corren cuando se ponen al volante de su vehículo

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