Tecnología Aragonesa para nuestras carreteras

Llevamos años con continuas quejas sobre los materiales con los que se construyen algunos elementos de seguridad que se encuentran en nuestras carreteras, y sobre todo, con la mala o nula adecuación de la colocación de estos, nos referimos concretamente a los tan famosos guardarrailes o quitamiedos, y cual no ha sido nuestra sorpresa que la Universidad de Zaragoza en colaboración con varias asociaciones de motoristas como Mutua Motera y la Federación Europea de Asociaciones de Motoristas han presentado el Proyecto  de investigación y desarrollo SMART RRS.




Así, a bote pronto, estas siglas no nos sonaran a nada, pero si nos dicen que lo que intentan es absorber los impactos de los vehículos en caso de colisión, y a su vez poder tener información del estado de la circulación de la vía, o en el caso de accidente en el punto exacto en el cual se ha producido, eso ya es otra cosa.

A sabiendas de que muchos motoristas han muerto en la carretera por impactos directos contra estos elementos de seguridad, bueno es que tras las pruebas realizadas se compruebe que estos nuevos quitamiedos absorben la energía del impacto deformándose, y según las pruebas y ensayos realizados ofrecen una muy alta protección con impactos de hasta 60 km/h, actuando a modo de colchón y redireccionamiento cuando un vehículo o persona choca contra ellos.

Otro de los factores que hacen novedoso este sistema, es la incorporación de sensores que son capaces de detectar otros factores de riesgo en la vía, tales como hielo, otros accidentes en la vía, aceites, etc... y enviarla a una base de datos desde la cual se puede enviar al resto de usuarios que se aproximen a la zona en la que se encuentra el peligro, así como comunicar a los servicios de emergencia la existencia de un accidente, con lo que se consigue una disminución sustancial en los tiempos de llegada de las asistencias sanitarias al punto donde se ha producido el accidente.


Imagen: Mutua Motera

Comentarios

  1. Buenas noches, Joaquín:

    En primer lugar quiero agradecerte muy encarecidamente, que hayas visitado mi blog y te haya gustado lo suficiente para quedarte en él. ¡Muchísimas gracias! Me hace mucha ilusión que seas un colega y, además, de Huesca. Por supuesto que nada me importa de dónde sea cada cual, como cualquier otra cosa de las que no podemos elegir como sexo o raza, pero hay lugares que forman parte del mapa sentimental de cada uno y en el mío, Huesca ocupa un lugar de privilegio porque fue en sus nítidos cielos donde cumplí uno de mis más antiguos y queridos sueños: volar. Como seguramente estarás imaginando, sí, fui alumno de la Escuela de Vuelo a Vela de Monflorite. Jamás olvidaré las maravillosas emociones que allí he vivido. Bueno, cambo de tercio, porque si no, vería amanecer y solo estaría empezando.

    No conocía tu blog, pero lo seguiré con mucho interés, por supuesto. Y entrando en el tema de tu último post, pues lo primero que se me ocurre es que: ¡ya era hora! Desde hace muchos años se conocen los terribles daños que ocasionan los guardarraíles convencionales y aún es mucho más viejo que si una barrera tiene una cierta capacidad de deformación aquellos se atenúan en gran medida. Si además, se colocan sensores que informen de cuando alguien sufre un accidente u otras incidencias como hielo, aceite, etcétera; mejor que mejor. Mi pregunta es: ¿Cuándo se instalarán y se irán sustituyendo los viejos por estos? Mucho me temo que, dadas las circunstancias actuales y la irresponsabilidad con que actúan tantos políticos (quiero pensar que no todos), la respuesta podemos encontrarla en El Quijote: “Cuán largo me lo fiáis, amigo Sancho”.

    Un fuerte abrazo.

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